‘He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, quiera el pueblo votar’, con esas palabras cerraba Roque Sáenz Peña la presentación del proyecto de ley de sufragio libre, secreto y obligatorio, que tiempo después conoceríamos como la Ley Sáenz Peña, y sus palabras no dejan de tener actualidad más de un siglo después cuando los argentinos iremos a las urnas en unas elecciones diferentes a las que instituía aquella Ley, pero no menos importantes.

El próximo domingo iremos a las urnas para elegir quiénes se presentarán en las elecciones generales de octubre, los zarateños decidirán, inicialmente, cuáles serán las fuerzas políticas que competirán en dos meses, y de ellas, quién representará al Frente de Todos, quién representará a Juntos por el Cambio, quién representará a Consenso Federal y además si aquellos que no tienen contienda interna alcanzan el piso para competir.

Es una elección en la que no gana nadie, con la excepción estricta de aquellas fuerzas que tienen que resolver su interna, sino que ganamos todos, porque juntos decidiremos quienes serán los vecinos que competirán por representarnos a partir del 10 de diciembre.

No hay que confundir los resultados de esta elección con una proyección para las elecciones generales, es tan solo una fotografía de un momento dado con unas condiciones específicas, pero mal podría interpretarse que lo que ocurra el domingo sea un prolegómeno de lo que ocurrirá en octubre. Las propias elecciones de 2015 son un claro ejemplo de ello, y considerando que los principales contendientes se repiten, deberían tomar nota de esta cuestión. Estas son elecciones internas, donde se decide al interior de cada fuerza electoral mientras que las elecciones generales son otra cosa.

Y por eso es tan importante la participación, por eso es tan importante que el pueblo quiera votar, porque más allá de lo que cada uno opine sobre el sistema de primarias abiertas, y personalmente estoy en contra, es el momento en el cual la ciudadanía en su conjunto puede decirle, a través de su voto, qué opina, por ejemplo, sobre la construcción de los frentes electorales. El domingo no se decide quién gobernará los próximos 4 años, eso se resolverá en octubre, el domingo es el momento de decidir quién hizo bien la tarea para representar a la ciudadanía y ésta le da su apoyo para presentarse en las próximas elecciones generales.

Todo indica que habrá fuerzas que la tienen menos complicada para superar el piso mínimo exigido por la ley para poder competir, otras en cambio tienen que luchar para poder superar ese umbral y poder ubicar su boleta en las mesas electorales de octubre. Por eso es importante acercarse a los centros electorales el domingo, para que entre todos decidamos quiénes competirán en las elecciones generales.

Muchas veces se habla que las elecciones son la fiesta de la democracia, y esta vez es donde mayor es la fiesta, puesto que sin formar parte de una fuerza electoral, incluso sin siquiera compartir sus ideas o sus propuestas, el ciudadano tiene la posibilidad de decidir quién será el representante de dicha fuerza. Paradójicamente a mayor participación genera menor democracia, puesto que la mayor participación ciudadana conspira contra la fortaleza de los partidos políticos, que según la propia Carta Magna, son instituciones fundamentales del sistema democrático.

Cuando la Ley Sáenz Peña se aprobó, Juan B. Justo afirmó que ‘…si se asiste a una nueva era política en el país, es precisamente porque han aparecido fuerzas sociales nuevas, materiales, y no porque hayan aparecido virtudes nuevas’, de nosotros depende el futuro de las mismas.

Publicado en El Debate, Zárate.