Cuando en 1987 el peronista José Octavio ‘Pilo’ Bordón fue electo como Gobernador de la Provincia de Mendoza reunió a sus hijos y les dijo ‘los semáforos nunca se pasan en rojo, y ahora menos’, dándoles a entender la importancia de predicar con el ejemplo, puesto que si un funcionario público o su familia no cumple con la ley, qué puede exigirse al resto de la sociedad, porque es una situación con lamentable cierta asiduidad el que los familiares de quienes ocupan ciertos cargos públicos crean que las leyes están dictadas para todos… menos para ellos.

Esta es una realidad que no ocurre solo en Zárate pero en el último tiempo pareciera que los hijos de quienes ocupan los cargos más altos en las ciudades del Distrito pretenden hacer de esta realidad, su realidad.

Como si fuera una versión local de ‘Esperando la carroza’, con corte de agua incluido, lo que hace uno hace el otro…

Cierto es que, tras la mayoría de la edad, los padres no somos responsables de lo que hacen nuestros hijos, aunque ellos se guiarán por lo que nosotros le hemos inculcado y si no es así tenemos el deber de advertirlo para que corrijan su error.

Algo de esto ocurrió en Rauch cuando el intendente denunció una fiesta de la que participaba su propia hija y que se realizaba de manera ilegal, pero ya sabemos que eso no es lo que ocurre en Zárate donde los funcionarios, los hijos de los funcionarios, los amigos de los funcionarios participan de fiestas clandestinas sin que el Municipio haga algo por evitarlas o sancionarlas, aunque publiquen gacetillas de prensa contando que multaron a quienes organizaron una fiesta. Como si fuera arena que se escurre entre los dedos, las reuniones prohibidas se realizan en Zárate a los ojos de las propias autoridades que, una vez más, prefieren taparse los ojos.

En esta oportunidad ocurrió en Lima, donde se perfeccionaron y aun fueron un poco más allá que la hija del intendente, quien participó de fiestas clandestinas, y según se denunció fue el propio hijo del Delegado Municipal quien organizó la fiesta y lo hizo en el kilómetro 100 de la Ruta 9, donde funciona JMO Servicios, por las iniciales de su padre, José María Orlando, y de su hijo Juan Martín Orlando, que fue quien recibió la denuncia en su contra.

Circulan numerosas fotos de la fiesta por las redes sociales, donde jóvenes sin barbijo ni distanciamiento social disfrutan del momento poniendo en riesgo la vida de muchos. No será el primer caso en el que un hijo participe de una fiesta clandestina y su padre termine contagiado.

Ha pasado más de un día desde que las autoridades detuvieran la fiesta y el Secretario de Lima aún no salió a dar la cara. Mucho menos Osvaldo Cáffaro como máxima autoridad del Distrito.

La fiesta fue en las instalaciones de su empresa y José María Orlando no da la cara. Como no la dio ante la falta de agua ni cuando se fue de pesca en pleno aislamiento.

Pero tampoco la dio su empleador, el intendente Osvaldo Cáffaro, quien tampoco se caracteriza por brindarle explicaciones a la ciudadanía de su accionar.

Cuando el Municipio informó que ‘Cáffaro promulgó la ordenanza que establece máximos controles y severas multas ante la realización de fiestas clandestinas en el Partido de Zárate’, abundó en datos afirmando que ‘La ordenanza tratada y aprobada en el Honorable Concejo Deliberante, en primera medida, busca impedir que se realicen fiestas clandestinas, y en caso de detectarse estas fiestas, facultar a las autoridades competentes para aplicar multas severas a los propietarios de los espacios en donde se desarrollen, los organizadores, y a toda aquella persona que colabore o incite a llevar adelante los encuentros sociales que van en contra de las medidas que rigen a nivel nacional, provincial y municipal, teniendo en cuenta que la pandemia aún no ha desaparecido, y el peligro de contagio sigue siendo una gran preocupación.’

¿Qué harán ahora entonces? ¿Multarán al hijo del Delegado Municipal? ¿Multarán al propio Delegado Municipal como propietario del ámbito donde se desarrolló la fiesta?

Es curiosa, llamativa e indignante la impunidad con que actúan quienes pululan en derredor de quienes ostentan el poder en el Distrito. ¿Qué más hace falta para que actúen contra las fiestas clandestinas si creen que eso es lo que se debe hacer? ¿Encontrar al Intendente Cáffaro bailando lento con la estatua de Leandro Alem en la Plaza Mitre?

Las autoridades no se preocupan por los problemas de los vecinos. Falta agua, sobra inseguridad y los concejales oficialistas se preocupan por votar un proyecto represivo del Departamento Ejecutivo. En lugar de encontrar soluciones para los zarateños, se ocupan en hacerle la claque al Intendente. Mientras el resto de los concejales ‘hacen la plancha’.

Háganse cargo, y si no quieren o no pueden váyanse a su casa. Ser concejal no es levantar la manito cada vez que lo pide el Intendente, ser concejal es trabajar todo el día para que los vecinos vivan cada día un poquito mejor.

No es cuestión de montar un circo para hacer como que hacen algo porque todos saben que no hacen nada, nada más que lo que les dicen que hagan.

¿Qué harán ahora entonces? ¿Pedirán la renuncia del Secretario de Lima? ¿Pedirán su interpelación para que explique por qué en su propiedad se realizó una fiesta clandestina o lo ampararán? ¿Volverán a ser cómplices los oficialistas y la oposición?

Si hasta el Secretario de Seguridad Alejandro Cimiotta dijo días atrás ‘Aprovecho para pedirle a la comunidad conciencia social. Son actividades peligrosas porque se realizan en lugares no habilitados y sin los recaudos necesarios. No se controla la venta de alcohol, hay menores… no hay seguridad. Y si sumamos la pandemia peor aún.’. Ya se sabe, haz lo que yo digo pero no lo que yo hago, ¿Qué dirá Cimiotta ahora?

La misma comunicación municipal mencionaba que ‘El DEM (Departamento Ejecutivo Municipal) expresa su preocupación con lo ocurrido durante los últimos fines de semana, en los cuales, las autoridades de la Secretaría de Seguridad y efectivos de distintas fuerzas, tuvieron que acudir a diferentes domicilios de la ciudad, para desactivarlas.’, sería oportuno que más que decir hagan, y trasladen a hechos su preocupación, pueden empezar por dar la cara y pedir disculpas a los vecinos, no es suficiente, pero es imprescindible.